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Civilizaciones: Hunos

Civilizaciones: Hunos

Hunos (408 al 453) 

Los hunos eran un pueblo nómada procedente de la zona de Mongolia, en Asia Central, que empezó a emigrar hacia el oeste en el siglo tercero, probablemente a causa de cambios climáticos. Los caballos tenían una gran importancia para este pueblo, habituado a luchar a caballo utilizando como armamento lanzas y arcos. Emigraron con sus familias y grandes rebaños de caballos y otros animales domésticos en busca de nuevas tierras de pastos donde instalarse. Por su destreza y disciplina militares, nadie fue capaz de detenerlos y desplazaron a todos los que encontraron a su paso. Provocaron así una oleada de migraciones, ya que los pueblos huían antes de que llegaran para no encontrarse con ellos. Este efecto dominó de grandes masas bordeó el frente impenetrable que representaba Constantinopla y el Imperio romano de Oriente, extendiéndose por las orillas del Danubio y el Rin hasta que aplastaron el Imperio romano de Occidente en el año 476.
Los hunos encontraron tierras que les convenían en la llanura húngara de Europa oriental y allí se establecieron, ubicando su sede central en la ciudad de Szeged, a orillas del río Tisza. Necesitaban grandes extensiones de pastos para proporcionar forraje a sus caballos y otros animales. Desde esta llanura, controlaron mediante alianzas o conquistas un imperio que acabó por extenderse desde los montes Urales de Rusia hasta la orilla del Rin en Francia.
Los hunos eran excelentes jinetes, que entrenaban para la monta desde corta edad, y se cree que fueron los primeros en utilizar el estribo, elemento de suma importancia para aumentar el poder de lucha de un hombre a caballo con la lanza en ristre. Sembraron el terror en sus enemigos por la rapidez con la que se movían y cambiaban de caballo varias veces al día para mantener este dominio. Una segunda ventaja fueron los arcos compuestos, bastante superiores a cualquier arma utilizada en aquella época en Occidente. De pie y apoyados en los estribos, podían disparar por el frente, por los costados y por detrás. Sus tácticas se caracterizaron por la sorpresa, los ataques relámpago y el terror que producían después. Constituían un ejército de caballería ligera y su estructura política se basaba en un líder carismático que les guiaba hacia un objetivo.
El poder de los hunos llegó a su punto álgido durante el mandato de Atila, que fue nombrado líder de los hunos en el año 433 e inició una serie de ataques en el sur de Rusia y en Persia. Posteriormente centró su atención en los Balcanes, causando tal terror y estragos en dos importantes asaltos que le pagaron para que se retirara. En el año 450 se dirigió hacia el Imperio de Occidente, cruzando el Rin al norte de Maguncia con aproximadamente 100.000 guerreros. Avanzó en un frente de más de 150 kilómetros y saqueó la mayor parte de ciudades de lo que es hoy el norte de Francia. El general romano Aecio preparó para combatirlos un ejército galorromano y avanzó contra Atila, que estaba asediando la ciudad de Orleans. En la batalla de los Campos Cataláunicos, las tropas de Atila fueron derrotadas, aunque no destruidas.
La derrota de los Campos Cataláunicos está considerada como una de las batallas más
decisivas de la historia, ya que habría podido significar el fin de la religión cristiana en Europa occidental y, tal vez, el dominio de la zona por pueblos asiáticos.
Posteriormente, Atila invadió Italia en busca de nuevos botines. Cuando entró en ella, numerosos refugiados escaparon a las islas cercanas de la costa y fundaron, según la tradición, la ciudad de Venecia. Aunque las tropas romanas fueron derrotadas y los ejércitos más importantes del país aún se encontraban en la Galia, los hunos también estaban debilitados, tras numerosas campañas, enfermedades y hambrunas en Italia. En un encuentro trascendental con el Papa León I, Atila aceptó retirarse.
El imperio de los hunos se desintegró en el año 453 tras la muerte de Atila, pues no había ningún líder fuerte que consiguiera mantener la unidad del pueblo. Los pueblos sometidos se sublevaron y las diferentes facciones se enfrentaron para conseguir el poder. Con el tiempo el imperio se deshizo con la llegada de nuevos invasores, como los ávaros, y desapareció de la historia.

 

Civilizaciones: Persas

Civilizaciones: Persas

Persas (220 al 651)

 

El Imperio Persa hacía ya muchos siglos que existía al iniciarse la Edad Media. Tras la conquista de Alejandro en el siglo IV a.C. y el subsiguiente desmoronamiento de su imperio en siglos posteriores, el Imperio Persa se había reunificado. Los persas llevaban luchando contra los romanos desde el siglo III d.C.

El Imperio Persa se extendía desde Mesopotamia a la India y desde el Mar Caspio hasta el Golfo Pérsico, lo que abarca los actuales estados de Irak, Irán y Afganistán. Lucharon contra los romanos y más tarde contra los bizantinos por el control de los territorios de las actuales Siria, Turquía, Palestina, Israel, Egipto y Arabia. La capital del Imperio Persa era Ctsesiphon, actualmente Bagdad.

Los romanos hicieron diversos intentos por subyugar a los persas durante los siglos III y IV, y finalmente firmaron un tratado de paz en el año 364 por el cual los persas consolidaban su hegemonía en el este y en el norte. Los persas comenzaron sus ataques contra el imperio bizantino en Siria, Palestina, Egipto y la actual Turquía. La guerra entre las dos potencias sufría continuos avances y retrocesos. Los persas sitiaron Bizancio sin éxito en el año 626. Un año después, los bizantinos invadieron Persia. Finalmente, y ya exhaustos, firmaron la paz en el año 628.

Los persas no estaban preparados para los furibundos ataques islámicos del siglo VII. La dinastía Sasánida de Persia pereció en la lucha en el 636. La capital persa no tenía defensas comparables a las de Constantinopla. En el 651, toda Persia estaba en manos de los musulmanes.

Civilizaciones: Ingleses

Civilizaciones: Ingleses

Ingleses (500 en adelante)

 

Tras la retirada de las legiones romanas a la Galia (actualmente Francia) en torno al año 400, las Islas Británicas cayeron en un periodo de oscuridad que duró varios siglos y del que apenas quedan crónicas escritas. La cultura británico-romana que había existido durante 400 años bajo el dominio del Imperio, desapareció a causa de las incesantes migraciones e invasiones bárbaras. Los celtas vinieron de Irlanda (el pueblo de los Scotti dio su nombre a la parte norte de la principal isla, que se llamó Escocia). Los sajones y anglos llegaron desde Alemania, los frisos de la actual Holanda y los jutos de la actual Dinamarca. Hacia el año 600, los anglos y los sajones controlaban la mayor parte de la actual Inglaterra. Hacia el 800, tan sólo las actuales provincias de Gales, Escocia y el oeste de Cornwall permanecían en manos de los celtas.
Los nuevos habitantes fueron llamados anglosajones (palabra que proviene de la fusión de dos pueblos: los anglos y los sajones). Los anglos dieron su nombre a la nueva cultura (Inglaterra viene de "tierra de los anglos"), y la lengua germánica que trajeron consigo reemplazó al idioma celta nativo y al latín importado con la conquista romana. A pesar de posteriores invasiones, y de incluso una conquista militar en fechas más tardías, la parte este y sur de la mayor isla británica se ha llamado desde entonces Inglaterra (y su pueblo e idioma "inglés").
En el 865, se rompió la relativa paz inglesa con una nueva invasión. Vikingos daneses que habían estado haciendo incursiones en Francia y Alemania formaron un gran ejército y dirigieron su atención hacia Inglaterra. En un plazo de diez años, la mayoría de los reinos anglosajones cayeron o se rindieron. Sólo los sajones del oeste (actualmente Wessex) resistieron al mando de Alfredo, único rey inglés que sería llamado "el Grande".

Durante casi 200 años, Inglaterra quedó dividida entre los vikingos, los sajones occidentales y un puñado de reinos ingleses. La mitad vikinga fue llamada Danelaw (que significa "bajo la ley danesa"). Los vikingos recaudaban un elevado impuesto, conocido como el Danegeld ("el oro de los daneses"), a cambio de la paz. Se convirtieron al cristianismo y fueron asentándose gradualmente. Con el tiempo los ingleses se volvieron contra los daneses y, en el 954, fue asesinado el último rey vikingo de York. Por primera vez, Inglaterra se unió bajo un rey inglés de Wessex.
En el año 1066, el Witan ("consejero del rey") ofreció la corona a Harold, hijo del conde de Wessex. Había otros dos pretendientes al trono: Harald Hardrada (que significa "el duro gobernante"), rey de Noruega, y el duque Guillermo de Normandía. El noruego desembarcó primero, cerca de York, pero Harold lo venció en la batalla de Stamford Bridge. Rápidamente y tras su victoria, Harold forzó la marcha de su ejército en dirección sur para encontrarse con Guillermo en Hastings. La batalla osciló a favor de uno y otro bando durante todo el día hasta que, al atardecer, una flecha hirió de muerte a Harold en los ojos. Durante los dos años que siguieron, Guillermo, llamado "el Conquistador", consolidó la conquista de Inglaterra.

Durante el resto de la Edad Media, los sucesores de Guillermo se agotaron a sí mismos y al propio país con una serie de enfrentamientos y guerras encaminadas a expandir o defender sus posesiones en Francia: la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia constituyó un conflicto interminable que se extendió desde 1337 hasta 1453. La aspiración de un rey inglés al trono de Francia, debido a enlaces matrimoniales, fue el detonante del conflicto. Otras causas de esta guerra fueron la lucha por el control del lucrativo mercado de la lana y, entre otros antecedentes, el apoyo francés a la independencia de Escocia. En sus inicios, la guerra se caracterizó por una serie de inesperadas victorias de los ingleses, normalmente debidas a la pericia de los arqueros que, con sus armas de largo alcance, barrían las hordas de vistosas armaduras de la caballería francesa.
Sin embargo, los ingleses no consiguieron alcanzar una victoria definitiva y los franceses lograron rehacerse. Inspirados por Juana de Arco, una joven campesina que decía actuar bajo mandato divino, los franceses contraatacaron triunfando con la toma de Burdeos en 1453. La única posesión que les quedó a los ingleses en el continente fue la de Calais (aunque no por mucho tiempo).

Civilizaciones: Francos

Civilizaciones: Francos  Francos (509 en adelante)

Los francos fueron uno de los pueblos bárbaros germanos conocidos por los romanos. A principios del siglo V empezaron a expandirse hacia el sur desde sus territorios de origen a lo largo del río Rin hasta la Galia (actualmente Francia), dominada por los romanos. Sin embargo, a diferencia de otros pueblos germanos, no abandonaron sus lugares de procedencia, sino que más bien ampliaron sus territorios. Clodoveo, jefe franco, venció a los últimos ejércitos romanos de la Galia y, hacia el 509, unificó a los francos, convirtiéndose en el gobernante de gran parte de Europa occidental. Durante los siguientes 1000 años, el reino franco fue evolucionando hasta dar origen a la actual nación de Francia.

De acuerdo con la tradición, los cuatro hijos de Clodoveo se dividieron el reino tras su muerte. Esta costumbre condujo a guerras civiles y luchas internas entre los sucesivos pretendientes al trono durante muchos siglos. Hacia finales del siglo VII, los reyes merovingios (descendientes de Clodoveo) gobernaban simbólicamente. A principios del siglo VIII, Carlos Martel se convirtió en mayordomo de palacio, estando justo por debajo del rey en importancia. Hizo de los francos una gran fuerza de caballería. Luchaba tan bien que sus enemigos lo apodaron Carlos el Martillo. En el año 732, la caballería francesa derrotó en la batalla de Poitiers a los invasores musulmanes que les atacaban desde el norte de España, dando fin para siempre al avance del Islam desde el sudoeste.

El Papa coronó a Pipino, hijo de Carlos Martel, con el título de rey de los francos a cambio de haberle ayudado a defender Italia de los lombardos. Pipino fundó la dinastía de los carolingios. El más grande de estos gobernantes fue Carlos el Grande o Carlomagno, quien gobernó desde el 768 hasta el 814. Convirtió el reino franco en un imperio donde floreció la cultura y el saber. Sus nietos se dividieron el imperio que, como resultado, quedó fraccionado en dos. La parte occidental se convirtió en el reino de Francia, aunque los reyes posteriores perdieron gradualmente su control político. La autoridad central se derrumbó bajo la presión de las guerras civiles, las luchas fronterizas y las incursiones vikingas. El único medio de conseguir soldados y dinero era hacer concesiones a los terratenientes. Los feudos pasaron a ser hereditarios y quienes los detentaban se convirtieron en señores feudales con vasallos propios. Hacia el siglo X, Francia se encontraba dividida en dominios feudales que actuaban como estados independientes.

En el 987, la nobleza francesa proclamó rey a Hugo Capeto. La razón principal fue que su feudo, centrado en París, era más bien débil, por lo que pensaron que no supondría una amenaza. Hugo fundó la dinastía de los reyes capetos, quienes lentamente y a lo largo de dos siglos recuperaron el poder mediante la creación de seguros caminos reales, engrandeciendo sus dominios, fomentando el comercio, y otorgando cartas reales a las nuevas ciudades y feudos. Aliándose con la Iglesia, los Capetos consiguieron una fuerte posición moral y se beneficiaron de la influencia cultural, política y social de ésta. La administración real se volvió más eficiente y leal al rey al dejar los cargos públicos de ser hereditarios.

Empezando por Felipe II en 1180, Francia se convirtió en una de las naciones más importantes de Europa gracias a tres grandes gobernantes. Mejoraron el funcionamiento del gobierno, fomentaron un próspero comercio, recaudaron impuestos de manera eficiente y fortalecieron su posición en la cima de la jerarquía feudal. Aunque se estableció una asamblea nacional llamada los Estados Generales, ésta no tenía realmente ningún poder y fue ignorada con éxito.

La Guerra de los Cien Años, largo conflicto entre Francia e Inglaterra, tuvo lugar para decidir de quién eran las tierras de Francia que habían sido heredadas por reyes ingleses, y duró desde el año 1337 hasta 1453. Finalmente, la victoria francesa hizo del rey la fuerza política más poderosa de Francia.

Civilizaciones: Bizantinos

Civilizaciones: Bizantinos

Bizantinos (476 a 1456)

 

Los bizantinos tomaron su nombre de Bizancio, una antigua ciudad griega situada en el Bósforo, vía fluvial estratégica que une el Mar Negro con el Egeo. En el siglo IV, el emperador romano Constantino la había rebautizado como Constantinopla, convirtiéndola en la segunda capital de su imperio. El Imperio Romano de Oriente sobrevivió casi mil años al Imperio Romano de Occidente, defendiendo Europa de las invasiones orientales de los persas, árabes y turcos. Los bizantinos perduraron porque Constantinopla estaba bien defendida por murallas y podía ser abastecida desde el mar. En el cenit de su esplendor, a mediados del siglo VII, los bizantinos habían recuperado gran parte de los territorios del antiguo Imperio, excepto la península Ibérica (actualmente España y Portugal), la Galia (actualmente Francia) y Gran Bretaña. Los bizantinos también mantuvieron el control sobre Siria, Egipto y Palestina, aunque a mediados del siglo VII lo habían perdido ante los árabes. Desde entonces, su imperio consistía principalmente en los Balcanes y la Turquía actual.

El primer gran emperador bizantino fue Justiniano I (482 a 565). Su ambición era restaurar el antiguo Imperio Romano, lo que estuvo casi a punto de lograr. Su instrumento fue Belisario, el gran general de la época, quien agrandó el imperio por los cuatro puntos cardinales derrotando a los persas por el este, a los vándalos en el norte de África, a los ostrogodos en Italia y a los búlgaros y eslavos en los Balcanes. Además de sus campañas militares, Justiniano sentó las bases de su futuro imperio al establecer un fuerte sistema administrativo y legal. También fue un defensor del cristianismo.

La economía bizantina fue durante muchos siglos la más rica de Europa porque Constantinopla estaba muy bien situada en las rutas comerciales entre Asia, Europa, el Mar Negro y el mar Egeo. También era un punto de destino importante para la Ruta de la seda desde China. El nomisma, la principal moneda de oro bizantina, fue la moneda oficial del Mediterráneo durante 800 años. Finalmente, la posición estratégica de Constantinopla atrajo la envidia y la animosidad de las ciudades-estado italianas.

La fuerza clave del Imperio Bizantino fue la superioridad de su ejército, que recurrió a lo mejor de la experiencia bélica de los romanos, los griegos, los godos y de Oriente Medio. El núcleo del ejército era la caballería pesada, que actuaba de fuerza de choque apoyada por la infantería ligera (arqueros) y la infantería pesada (espadachines con armadura). El ejército, dividido en unidades, estaba entrenado en tácticas y maniobras. Los oficiales recibían educación en historia y teoría militar. Aunque con frecuencia eran superados en número por masas de soldados carentes de preparación, el ejército bizantino prevalecía gracias a tácticas inteligentes y a una buena disciplina. Una red de espías y agentes secretos, que filtraba información acerca de los planes de los enemigos, reforzaba al ejército, permitiendo utilizar el soborno u otras formas de desviar al enemigo.

La marina bizantina mantenía abiertas las rutas comerciales marítimas, así como las líneas de suministro de la ciudad para evitar que ésta tuviera que rendirse de hambre en caso de asedio. En el siglo VIII, el ataque marítimo y terrestre de los árabes no tuvo éxito debido a un arma secreta: "el fuego griego". Este arma química, cuya composición se desconoce en la actualidad, era una especie de líquido de napalm que podía ser rociado con una manguera. "El fuego griego" provocó la destrucción de la marina árabe.

Durante los siglos VII y VIII, los árabes invadieron Egipto, Oriente Medio, el norte de África y España, despojando para siempre al Imperio Bizantino de esos territorios. La victoria de los turcos en Manzikert, en el año 1071, tuvo como consecuencia la devastación de Asia Menor, principal fuente de cereales, ganado, caballos y soldados del imperio. En el año 1204, los cruzados al mando del Dogo de Venecia saquearon a traición Constantinopla.

En el siglo XIV, los turcos invadieron Europa tomando Adrianópolis y evitando enfrentarse a Constantinopla. Un gran número de ellos se asentó en los Balcanes, derrotando a un gran ejército cruzado en Nicópolis en 1396. En mayo de 1453, el sultán turco Mehmet II tomó la debilitada Constantinopla con la ayuda de pesados cañones. Con la caída de Constantinopla, el Imperio Bizantino tocó a su fin.

Civilizaciones: Vikingos

Civilizaciones: Vikingos

Los Vikingos (del 500 al 1100)

Los vikingos, que significa "hombres del norte", fueron la última de las tribus bárbaras llamadas germanas por los romanos que aterrorizó Europa. Procedían de Escandinavia y atravesaban velozmente el mar asolando las costas desde sus "drakkars" (llamadas así porque las proas y popas de sus naves estaban adornadas con cabezas de dragón). Empezaron con asaltos y saqueos, retirándose antes de que fuera posible oponerles una resistencia organizada. Pero con el tiempo se volvieron más audaces, llegando a ocupar y a asentarse en gran parte de Europa.
Al ser paganos, no dudaban en asesinar a clérigos y en saquear las propiedades de la Iglesia. La población se sentía atemorizada por su ferocidad y crueldad. Por otra parte, eran diestros artesanos, marineros, exploradores y comerciantes.
Los vikingos procedían de Noruega, Suecia y Dinamarca. Ellos y sus descendientes controlaron durante algún tiempo la mayor parte de la costa Báltica, gran parte del interior de Rusia, Normandía (Francia), Inglaterra, Sicilia, el sur de Italia y parte de Palestina. En el 825 descubrieron Islandia, donde se asentaron en el 875 (aunque ya estaba habitada por monjes irlandeses). Colonizaron Groenlandia en el 985. Los vikingos comenzaron haciendo incursiones y posteriormente se asentaron a lo largo de la costa oriental del mar Báltico durante los siglos VI y VII. A finales del siglo VIII, ya realizaban grandes incursiones a través de los ríos de Rusia, estableciendo fortificaciones defensivas. En el siglo IX gobernaban Kiev; y en el 907, una escuadra de 2.000 embarcaciones y 80.000 hombres atacó Constantinopla, aceptando el ventajoso acuerdo comercial que el emperador bizantino les ofreció a cambio de su retirada.
Las primeras incursiones vikingas en Occidente datan del siglo VIII. Los daneses atacaron y saquearon el conocido monasterio británico de Lindisfarne, situado en un islote al noreste de la isla, dando inicio a una tendencia que iba a perdurar. La magnitud y frecuencia de las incursiones vikingas en Inglaterra, Francia y Alemania aumentó hasta el punto de convertirse en verdaderas invasiones, en las que se establecían asentamientos con miras a incursiones posteriores. El territorio de asentamiento vikingo del noroeste de Francia se denominó Normandía, que procede del término "hombres del norte" y dio el nombre de normandos a sus habitantes.
Un gran ejército danés invadió Inglaterra en el 865, continuando a lo largo de dos siglos su expansión por la mayor parte de la isla. Canuto, quien gobernó simultáneamente Dinamarca y Noruega, fue uno de los últimos reyes vikingos de Inglaterra antes del año 1066. Una gran flota que atravesó el Sena con la intención de atacar París en el año 871 tuvo sitiada la ciudad durante dos años, hasta que se llegó a un beneficioso acuerdo económico para los vikingos. Este incluía un elevado pago en metálico y el permiso para saquear el oeste de Francia sin impedimento. A cambio del cese de las incursiones y de la conversión vikinga al cristianismo en el año 911, el rey de Francia dio el nombramiento de duque al jefe vikingo de Normandía. Del ducado de Normandía, surgió un gran número de famosos guerreros. Entre ellos se encuentran: Guillermo I, que conquistó Inglaterra en el 1066; Robert Guiscard y su parentela, que le arrebataron Sicilia a los Árabes entre 1060 y 1091; Balduino I, rey del reino cruzado de Jerusalén.

Las incursiones vikingas cesaron a finales del siglo X. Dinamarca, Suecia y Noruega se habían convertido en reinos, y los reyes dedicaron la mayor parte de sus energías al gobierno de sus dominios. Con la expansión del Cristianismo, los antiguos valores guerreros de los vikingos se debilitaron hasta desaparecer. Las culturas que habían conquistado los absorbieron; y así los ocupantes y conquistadores de Inglaterra se volvieron ingleses, los normandos franceses, y los varegos rusos.

La ganadería, la agricultura y la pesca habían sido la base de subsistencia de los habitantes de Escandinavia durante siglos. En los siglos VI y VII, se desarrolló el comercio a lo largo del Mar Báltico y con Rusia a través de sus grandes ríos. Repentinamente, a finales del siglo VIII y por razones desconocidas, comenzaron sus agresivas incursiones sobre las costas de Europa. Tal vez fueran las relativas riquezas con las que habían tropezado como comerciantes; o quizás percibieron cierta debilidad en las civilizaciones del sur; o sencillamente los nuevos avances en tecnología marítima les permitían viajar más lejos y a mayor velocidad. En el 793, los vikingos arrasaron el gran monasterio de Lindisfarne, construido por los irlandeses en un islote de la costa noreste de Inglaterra.

A medida que avanzaba el siglo IX, los vikingos se hicieron más audaces.El rey de Francia compró la paz de su país en el siglo X cediendo a los vikingos parte de su territorio (que se llamó Normandía, del término Normans, que significaba "hombres del norte") y nombrando duque francés a su gobernante. Como parte del acuerdo, los normandos se convirtieron al cristianismo. Los normandos llegaron a ser uno de los pueblos más importantes de la Edad Media. Más tarde conquistarían Inglaterra, estableciendo el primer gran reino europeo. Otros grupos de normandos conquistaron Sicilia y la mitad de Italia, además de establecer reinos cruzados en Palestina.

Civilizaciones: Celtas

Civilizaciones: Celtas La ancestral cultura de los celtas dejó una notoria y silenciosa influencia en todo el mundo occidental y que hoy en día se está descubriendo.

"Llevamos la fuerza del jabalí y la sabiduría del unicornio"

 Los druidas, el estrato de mayor influencia y poder entre los celtas, sabían leer y escribir griego y latín (como los antiguos sacerdotes egipcios), sin embargo optaron dejar por vía oral, en hermosos versos, la crónica de la existencia de su pueblo. Este fue uno de los principales motivos por el cual no se ha considerado la magnitud, en buena parte de los libros de historia, del importante legado celta que fundamenta notablemente la sociedad occidental, ya que los mismos celtas antiguos no creían –o no formó parte de su tradición- en los documentos escritos.Para ellos, la poesía, no sólo un recurso literario, sino también mnemotécnico ya que de esa manera intentaban fijar los detalles de las historias en sus memorias. Tan potente fue la tradición oral que ninguna de las historias, leyendas y leyes celtas fueron transcriptas hasta seis o siete siglos después del nacimiento de Cristo, labor que realizaron los monjes celtas irlandeses. Estas leyes se basaban en un tipo de sociedad tribal, en ella los hombres eran, primordialmente, responsables el uno ante el otro más que ante una institución impersonal, como por ejemplo un estado, que quedaba relegado a un segundo plano. Por lo tanto un delito no era una ofensa civil sino la vulneración de un derecho privado, quien ofendía a otro pagaba su deuda a la familia de la parte injuriada, no a la sociedad. De no cumplir con estas obligaciones se recibía uno de los peores castigos: la discriminación de sus pares y sobre todo la expulsión del clan, que sólo un hombre tercamente obstinado podía arriesgarse a tan terrible consecuencia, un rasgo similar a los griegos que no concebían la vida fuera de la polis.La estructura social de los diferentes pueblos, clanes y tribus estaba claramente diferenciada en tres estratos representados por los druidas, los nobles y el resto del pueblo. Esta clasificación es similar a la que efectúa Platón en la República, los tres estamentos en como se organiza la sociedad (que representan las tres partes del alma: la parte inteligible, la irascible y la concupicible): los sabios – o filósofos-, los guerreros y los productores de riqueza, en estos últimos se incluyen a los comerciantes, artesanos y campesinos, ya sean ricos o pobres. Los sabios, los que conocen "la verdad", eran los encargados de dirigir la comunidad.

Destacamos: William Wallace (Braveheart) lideró una revuelta en Escocia y consiguió la independencia en la batalla de Stirling Bridge, en 1297. Derrotado al año siguiente en Falkirk, Wallace lideró una guerrilla hasta que fue traicionado, apresado y ejecutado en 1305. Roberto el Bruce se autocoronó rey de Escocia tras asesinar a su principal oponente y echó a los ingleses al ganar la batalla de Bannockburn en 1314. Eduardo III de Inglaterra reconoció la independencia de Escocia en 1328, pero la guerra entre escoceses e ingleses continuó durante varios siglos. En el año 1603, mucho después de que la Edad Media hubiera tocado a su fin, las coronas de ambos países se unificaron.

Civilizaciones: Aztecas

Civilizaciones: Aztecas Los aztecas (del 1325 al 1521)

El control político del valle central de México, muy poblado y con una rica agricultura, se sumió en la confusión después del año 1100. El poder pasó más y más a manos de los aztecas, probablemente una tribu procedente del norte que había emigrado al valle, ocupando alguna población poco importante en las orillas del gran lago central. Era una sociedad que por encima de todo valoraba la destreza de los guerreros, lo que le proporcionó una ventaja frente a las tribus rivales de la zona, por otra parte, la mayoría de la población eran artesanos, agricultores, servidores públicos, etc., que se organizaban en grupos de parentesco llamados calpulli, apenas existían grupos sociales intermedios, y se sabe que el emperador azteca poseía un poder ilimitado, que abarcaba todas las cosas y todas las personas.
A finales del siglo XV, los aztecas controlaban la totalidad del centro de México, formando un imperio militar que obligaba a sus rivales a pagar tributos. La cultura azteca se consolidó a partir de la experiencia de aquellos que llegaron antes, pero ella misma creó pocas novedades. Poseían una agricultura avanzada que servía de sustento a una enorme población, los principales cultivos eran: maíz, tabaco, chiles, fruta y maguey.. Construyeron edificios inmensos de diseño grandioso(pirámides escalonadas en Cholula, Xochicalco y Teotihuacán), y destacaron en diferentes ramas del arte (escultura, pintura, y plumería,con ésta última hacían tapices y adornaban mantas, máscaras rituales, escudos o trajes de guerreros).
Trabajaban bien los metales,fundían oro con la plata, elaboraban todo tipo de figuras y adornos pulseras, collares, pectorales, pendientes, etc. Frecuentemente el metal se combinaba con piedras preciosas (turquesa, amatista, jade, cristal de roca) o con conchas.
No conocían el hierro. Al no poseer ningún animal de tracción adecuado, no emplearon la rueda como elemento motriz. A pesar de su importante agricultura y del desarrollo de las artes, vista desde hoy la sociedad de los aztecas no parecía tener futuro. No aportaron ninguna tecnología significativa, ni ideas religiosas o teorías políticas de importancia. Esta civilización terminó repentinamente con la llegada de los españoles, a principios del siglo XVI. La sociedad azteca, afectada por enfermedades europeas transmitidas por los primeros comerciantes, se desmoronó definitivamente al enfrentarse a un pequeño ejército español equipado con armas de acero, armas de fuego y unos cuantos caballos. La crueldad de los aztecas contribuyó a su declive, ya que los españoles no tuvieron ninguna dificultad en contar con la ayuda de las otras tribus de México.